En este artículo queremos contarte la experiencia de una madre que decidió cambiar la técnica de educación en el que se resaltan sólamente los errores, y analizó en la práctica las consecuencias que esto podría llegar a tener en el punto de vista del niño en el futuro.
“Empezaré desde el principio. Mi hija casi nunca iba a la escuela de estimulación temprana, yo misma siempre fui quien se encargó de eso. Cuando estábamos entrenando su mano antes del ingreso a la escuela primaria, nuestro cuaderno se veía algo así:
¿Ves la diferencia? Yo no resaltaba con bolígrafo rojo los errores, sino que destacaba con el verde las letras y bolitas que le habían salido bien. A ella eso le gustaba mucho y siempre, después de terminar un renglón me preguntaba: ¿Mami, cuál de todas me salió mejor?“ Y se alegraba aún más cuando yo rodeaba la letra más bonita con las palabras ”muy bien”.
1. En el primer caso nos concentramos en los errores.¿Qué se ha quedado grabado en la mente? Exacto, las letras que quedaron feas, es decir, lo que es incorrecto. ¿Alguna vez has visto letras o respuestas correctas rodeadas de tinta roja? ¡No! Aún así, queramos o no, nuestro subconsciente recuerda lo que ha sido resaltado.
2. En el segundo caso nos concentramos en lo que está bien hecho. Experimentamos emociones completamente diferentes y una actitud diferente. Lo queramos o no, nuestro subconsciente tenderá a repetir lo que hemos logrado hacer bien (y quedó resaltado). Se trata de una motivación interna completamente diferente: ya no intentamos evitar los errores, sino que nos esforzamos por hacer lo que está bien. Parece lo mismo, pero hay un cambio en la estructura del pensamiento.
La siguiente pregunta: ¿Cómo afectan los errores resaltados en la futura vida adulta?
La respuesta es evidente: desde pequeños nos acostumbramos a concentrarnos en los defectos, y en lo que no es correcto, en lo que nos parece mal. Nos han enseñado a pensar así desde la escuela con el bolígrafo rojo. Nos enseñaron a pensar así desde nuestros hogares en donde con mayor frecuencia nos hacían ver lo que estaba mal, que felicitarnos por lo que habíamos hecho bien.
De veinte bolitas que había en el renglón tachamos sólo uno, es decir, 19 estaban bien hechos, y 1 no lo estaba. ¿Por qué concentrarnos en él?
Esta costumbre (la de resaltar con bolígrafo rojo lo que no es correcto y a la que estamos acostumbrados desde la tierna infancia) se queda ahí hasta la vida adulta, y es casi imposible de desterrar. Esa es una de las razones de nuestra sensación de insatisfacción en la vida.
Crecerá eso, en lo que nos concentramos. El centro de atención tiende a tomar un lugar cada vez más importante en nuestras vidas. Desde su niñez, empezamos a tallar la vida de nuestros hijos con el mismo troquel con el que fue tallada la nuestra, y eso no siempre es positivo.
Si pones en práctica el principio del “bolígrafo verde” verás que incluso si no le muestras al niño sus errores, estos irán desapareciendo paulatinamente: él intentará hacerlo bien porque así es como le gusta hacerlo.