La succión es un reflejo que el recién nacido tiene antes incluso de su llegada al mundo; las ecografías muestran que los fetos de 13-14 semanas ya chupan sus diminutos dedos. Incluso en algunos bebés se observa, al nacer, una pequeña ampolla en la mano debido a la succión mantenida dentro del útero.
El acto de succionar no sólo tiene para el bebé una función nutritiva, sino que también le proporciona seguridad, tranquilidad, sosiego y placer; a esto se le denomina “succión no nutritiva”. La boca es el principal órgano sensorial, junto con el olfato, de un recién nacido. Con ella se alimentan, con ella reclaman atención, y con ella inicialmente empiezan a explorar su pequeño mundo, comenzando por su propio cuerpo. Primero moverán ambas manos de forma descoordinada, después se llevarán esporádicamente las manos a la boca, y a las pocas semanas ya acertarán a introducir en ella sus dedos para la succión.
Esta necesidad de succión no nutritiva puede calmarse con la utilización de un chupete, que en esencia cumplirá las mismas funciones. Sin embargo, no son pocos los niños que rechazan el plástico de la tetina y prefieren succionar sus dedos. El pulgar es el dedo que con más frecuencia utilizan, aunque hay niños que intentan meterse otros dedos, o incluso toda la mano, en la boca.
En principio no hay que alarmarse porque el niño se chupe el dedo, ya que es absolutamente normal y fisiológico, y sirve al bebé para explorar su propio cuerpo, para descubrirse, y además aprende a tranquilizarse solo, utilizando sus propios recursos. Aunque no lo parezca, que un bebé de pocos meses se chupe el dedo es un signo de madurez desde el punto de vista psicomotor.
¿Hasta qué edad es normal que un niño se chupe el dedo?
La mayor parte de los bebés se chupa el dedo en algún momento durante el primer año de vida. Lo habitual es que dejen de hacerlo progresivamente hacia los dos años; sólo un 5% de los niños continuará con el hábito más allá de los seis años. En resumen, podríamos decir que deja de ser un reflejo para convertirse en un hábito a partir de los cuatro años de edad. Sin embargo no está demostrado que chuparse el pulgar sea en sí mismo ningún signo de necesidad emocional.
Por lo tanto, durante el primer año de vida del bebé no se recomienda seguir ninguna pauta para quitarle la costumbre, puesto que es un patrón de conducta normal. A partir de entonces es recomendable observar en qué momentos del día tiene más tendencia a hacerlo, ya que así podrían identificarse las situaciones que le llevan a ello: si está aburrido, si tiene sueño y no puede conciliarlo, si tiene miedo… y utilizar así otros recursos para calmar sus necesidades. Si tu hijo todavía se chupa el dedo, es importante actuar antes de la aparición de la dentición definitiva, a los 6-7 años, para evitar que surjan complicaciones médicas en el futuro.
La actitud de los padres es muy importante y, ante todo, nunca se debe recriminar al niño en público ni ridiculizarlo para no minar su autoestima. Debemos recordar que es un hábito que ha adquirido desde la etapa intrauterina y ponernos siempre en su lugar. Posiblemente no sea suficiente con decirle repetidamente que no se chupe el dedo, ya que eso puede aumentar su ansiedad y perpetuar aún más la práctica.
Algunos consejos útiles para ayudar a tu hijo a dejar de chuparse el dedo son:
- Hablar con él con una explicación sencilla y que sea acorde a su edad. Hay que encontrar un momento que sea adecuado en el que el pequeño esté tranquilo. Las situaciones que suponen grandes cambios en la corta vida del niño, como el inicio del curso escolar o la llegada de un hermanito, no son los más propicios.
- Sistema de recompensas: es un sistema sencillo que puede dar grandes resultados. Se fijan pequeños objetivos diarios o semanales, a corto plazo, que merecen una recompensa si son conseguidos (una pegatina, un pequeño juguete…). Progresivamente se puede ir aumentando el nivel de exigencia, consiguiendo que tu hijo se sienta orgulloso y satisfecho de alcanzar sus objetivos. Así se consigue cambiar la conducta y mejorar la autoestima.
- Terapia de distracción: muchas veces los niños se chupan el dedo cuando están cansados o aburridos, por lo que encontrar maneras alternativas de que se distraiga y olvide por unos minutos su hábito, puede hacer que poco a poco desaparezca.
- Terapia de la sustitución: si se chupa el dedo porque tiene sueño o porque le cuesta conciliarlo, se puede introducir la figura de un muñeco o peluche que le acompañe y sea su nuevo compañero de juegos.
- Los métodos clásicos caseros, como poner sustancias amargas en el dedo, cintas, guantes, etcétera, pueden utilizarse si el niño está de acuerdo. En la mayoría de los casos, sin embargo, lo interpretarán como un castigo, lo que aumentará su miedo y reforzará su conducta (incluso chupándose el dedo de la otra mano).
- Cuando el problema persiste más allá de los 5 años es recomendable consultar con el pediatra o con el psicólogo infantil, que considerarán derivarlo al logopeda y al odontopediatra si la situación lo requiere.
María Teresa Romero Rubio, Pediatra